Protocolos de convivencia: la visión ingenieril aplicada a eventos masivos
Cuando un ingeniero diseña un puente, una instalación eléctrica o una planta de agua, no se limita a pensar en el usuario ideal. Se establecen protocolos de seguridad que anticipan el fallo, el uso indebido y hasta el sabotaje. Esa misma lógica debería guiar la gestión de eventos multitudinarios.
La convivencia no consiste en fastidiar a unos para que otros se sientan bien, sino en aplicar criterios técnicos para que todos los actores puedan coexistir sin comprometer la seguridad, la continuidad ni la finalidad del evento.
La ingeniería de los protocolos
- Prevención: Identificar escenarios probables y extremos antes de que ocurran.
- Redundancia: Diseñar planes alternativos que permitan mantener la actividad.
- Escalabilidad: Ajustar recursos de seguridad según la magnitud de la protesta o el público.
- Neutralidad técnica: No entrar en el debate político, sino garantizar que el sistema funcione.
Lecciones de la ingeniería
La cancelación de una etapa no es un problema político únicamente: es un fallo de protocolo. Faltó análisis de riesgo, diseño de escenarios y planes de contingencia. En ingeniería, un fallo así obliga a rediseñar el sistema y reforzar los estándares.
Si los protocolos se concibieran con la misma seriedad que en la ingeniería civil o industrial, se garantizaría la convivencia sin convertirla en una imposición arbitraria, sino en una estructura robusta que respeta a todos los actores.
La convivencia se diseña. No es una concesión a unos ni un sacrificio de otros, sino un protocolo que equilibra seguridad, continuidad y libertad.